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El Sereno.

 

 

El tío Benito, cuñado del tío Blanco, fue el último sereno del pueblo.

 

Era un empleado del Ayuntamiento y su trabajo consistía en pasearse, durante la noche, por todas las calles del pueblo.

 

El paseo por las calles de Teresa se hacía por un recorrido fijo y cuando llegaba a un cruce de calles, cantaba “las diez y sereno” o “las once y nublado” y así  informaba a los vecinos de la hora en que estaban y del tiempo que hacía.

 

También despertaba a los hombres del pueblo que se iban a trabajar. En la puerta dejaban un número de piedras que representaba la hora en la que querían que los despertaran.

 

Los jóvenes se divertían poniendo o quitando las  piedras, con lo que creaban confusión en los hombres que se iban al campo, y provocaban enfados entre los vecinos afectados y el sereno.

 

En navidad, para conseguir algún regalo, pasaba por las casas cantando “Angeles somos, del cielo venimos"

 

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